CONTEMPORÁNEA
UNIVERSAL
Los inicios del siglo XVIII
Al morir sin descendencia Carlos II se convierte en el
último de los monarcas de la casa de los Austrias españoles y su sucesión
provocará una guerra tanto en el interior de España como en Europa. En este
escenario se confirmará la decadencia del imperio español y el protagonismo que
tendrían a partir de ahora Francia, Inglaterra o Prusia.
La Guerra de Sucesión y el Tratado de Utrech
Carlos II muere
dejando como heredero del trono al Borbón Felipe de Anjou. Pero algunos reinos
de España como Aragón, apoyaban al
candidato de la casa de Austria, el Archiduque Carlos, al igual que países como
Inglaterra, Provincias Unidas (Holanda) y la casa de Habsburgo, que veían con
recelo la concentración de territorios (incluidas las colonias americanas) en
manos de la corona francesa.
Todo esto provocó un doble conflicto: guerra civil en España
y Guerra europea entre los reinos y países que apoyaban a uno y otro candidato
(Guerra de Sucesión)
El candidato francés subiría al trono de España como Felipe
V, tras firmarse la Paz de Utrecht en 1714. El rey tenía que renunciar a sus
derechos al trono de Francia, a los territorios europeos de la corona española
y ceder a Inglaterra Menorca y Gibraltar.
La Guerra de los Siete Años
La Guerra de los 7 años enfrentará a Austria y Prusia
apoyadas respectivamente por Francia e Inglaterra, los dos países que se van a
disputar: la hegemonía europea tras la decadencia española y el dominio sobre América del Norte.
Carlos III firmó un nuevo Pacto de Familia con Francia para
defender el comercio con América, que permanecía amenazado por Inglaterra.
El siglo de las luces
El XVIII será un siglo con nuevo espíritu iluminado por la
luz de la razón. La Ilustración fue adoptada inicialmente por intelectuales y
burgueses, y pronto también por algunos nobles y clérigos, renovará la
filosofía, la educación y la investigación científica. Estará fundamentado en
la secularización, el racionalismo crítico y la ciencia moderna
Los cambios en el siglo XVIII
Comienza un nuevo ciclo demográfico, relacionado con las
transformaciones en la agricultura, en la artesanía y en el comercio. Todo ello
será el preámbulo de las revoluciones sociales y económicas del siglo XIX.
La Ilustración
Sobre dos principios, Igualdad y libertad natural descansa toda la teoría socio-política de los
ilustrados. Estas ideas fueron enunciadas por Jean-Jaques Rosseau y
contradecían radicalmente la sociedad estamental, base del Antiguo Régimen.
La igualdad natural es propia de todos los hombres por su
naturaleza humana, es decir, desde su nacimiento. Si, según nos indica la
razón, esto es así, ningún hombre puede tener más derechos que otros, ni
tampoco derecho sobre otro. Se deduce entonces que todos los hombres son
igualmente libres e iguales en derecho.
Contrato social, soberanía nacional y división de poderes. Son también
principios del pensamiento ilustrado, que recogían ideas de los pensadores clásico
griegos como Sócrates y Platón (siglos V y IV a. C.) y por pensadores del XVII como
Locke y Hobbes, se encuentran en la base de nuestras actuales sociedades
democráticas.
Deísmo, tolerancia, libertad y progreso. La Edad Media miraba
al cielo (teocentrismo) y el Renacimiento al pasado (Grecia y Roma). Ahora los
ilustrados miraban al futuro. La razón debía desplazar a la fe y, por lo tanto, eran muy críticos con la iglesia.
No rechazaban la idea de dios pero lo
veían con los ojos de la razón: principio y causa del universo, un dios
racional común a todas las religiones. Esto es el deísmo.
Solo son necesarias las leyes naturales que se entienden con
la razón. (Es irracional el pecado, la culpa o la redención; el dogma, el rito
o los milagros; la providencia o la fe)
Enciclopedia y educación. Mediante la educación los hombres alcanzaran
la ilustración y se valdrán por sí mismos, no se someterán a otros. La obra más
importante de los ilustrados, editada por Diderot y D’Alember será la Encyclopédie, la primera enciclopedia de la
historia, que pretendía recopilar todos los conocimientos académicos de la
humanidad.
Los sistemas políticos del siglo XVIII
En Europa durante el XVIII conviven tres sistemas políticos
diferentes:
·
el absolutismo monárquico que tenían la mayor
parte de los países europeos, como España, el Imperio Austríaco,…
·
el sistema parlamentario que limitaba al monarca funcionaba en
Inglaterra desde finales del XVII.
·
el Despotismo Ilustrado, característico de este
momento, que combina el absolutismo con
las reformas ilustradas.
Con el absolutismo el monarca concentra todos los poderes del
Estado y este le pertenece. Esta soberanía
la posee por derechos dinásticos históricos (familiares) y por derecho
divino. Las leyes, la justicia y hasta la vida de las personas dependían del
rey. Por eso eran súbditos del monarca y no ciudadanos.
El parlamentarismo se implanta en Inglaterra tras las revoluciones del siglo
XVII, y sobre todo desde la Revolución Gloriosa de 1688, al igual que las
Provincias Unidas de los Países Bajos.
El despotismo ilustrado supone la
adaptación de las monarquías absolutas a las nuevas ideas del siglo de las
luces. Los propios monarcas se dieron cuenta de que necesitaban modernizar sus
estados, como ya estaba ocurriendo en Inglaterra y Holanda gracias a la
burguesía y el comercio. Promovieron el desarrollo de la agricultura y de la artesanía,
favoreciendo un mayor desarrollo del comercio. También favorecieron la
educación, con la creación de escuelas y universidades o la sanidad gracias a
los hospitales.
Sin embargo no se llevaron a cabo reformas políticas “gobierno
para el pueblo pero sin el pueblo”.