martes, 6 de marzo de 2012


CONTEMPORÁNEA UNIVERSAL           

Los inicios del siglo XVIII              
Al morir sin descendencia Carlos II se convierte en el último de los monarcas de la casa de los Austrias españoles y su sucesión provocará una guerra tanto en el interior de España como en Europa. En este escenario se confirmará la decadencia del imperio español y el protagonismo que tendrían a partir de ahora Francia, Inglaterra o Prusia.

La Guerra de Sucesión y el Tratado de Utrech
Carlos II  muere dejando como heredero del trono al Borbón Felipe de Anjou. Pero algunos reinos de España  como Aragón, apoyaban al candidato de la casa de Austria, el Archiduque Carlos, al igual que países como Inglaterra, Provincias Unidas (Holanda) y la casa de Habsburgo, que veían con recelo la concentración de territorios (incluidas las colonias americanas) en manos de la corona francesa.
Todo esto provocó un doble conflicto: guerra civil en España y Guerra europea entre los reinos y países que apoyaban a uno y otro candidato (Guerra de Sucesión)
El candidato francés subiría al trono de España como Felipe V, tras firmarse la Paz de Utrecht en 1714. El rey tenía que renunciar a sus derechos al trono de Francia, a los territorios europeos de la corona española y ceder a Inglaterra Menorca y Gibraltar.

La Guerra de los Siete Años
La Guerra de los 7 años enfrentará a Austria y Prusia apoyadas respectivamente por Francia e Inglaterra, los dos países que se van a disputar: la hegemonía europea tras la decadencia española y  el dominio sobre América del Norte.
Carlos III firmó un nuevo Pacto de Familia con Francia para defender el comercio con América, que permanecía amenazado por Inglaterra.

El siglo de las luces         
El XVIII será un siglo con nuevo espíritu iluminado por la luz de la razón. La Ilustración fue adoptada inicialmente por intelectuales y burgueses, y pronto también por algunos nobles y clérigos, renovará la filosofía, la educación y la investigación científica. Estará fundamentado en la secularización, el racionalismo crítico y la ciencia moderna

Los cambios en el siglo XVIII      
Comienza un nuevo ciclo demográfico, relacionado con las transformaciones en la agricultura, en la artesanía y en el comercio. Todo ello será el preámbulo de las revoluciones sociales y económicas del siglo XIX.


La Ilustración    
Sobre dos principios, Igualdad y libertad natural  descansa toda la teoría socio-política de los ilustrados. Estas ideas fueron enunciadas por Jean-Jaques Rosseau y contradecían radicalmente la sociedad estamental, base del Antiguo Régimen.
La igualdad natural es propia de todos los hombres por su naturaleza humana, es decir, desde su nacimiento. Si, según nos indica la razón, esto es así, ningún hombre puede tener más derechos que otros, ni tampoco derecho sobre otro. Se deduce entonces que todos los hombres son igualmente libres e iguales en derecho.
Contrato social, soberanía nacional y división de poderes. Son también principios del pensamiento ilustrado, que recogían ideas de los pensadores clásico griegos como Sócrates y Platón (siglos V y IV a. C.) y por pensadores del XVII como Locke y Hobbes, se encuentran en la base de nuestras actuales sociedades democráticas.
Deísmo, tolerancia, libertad y progreso. La Edad Media miraba al cielo (teocentrismo) y el Renacimiento al pasado (Grecia y Roma). Ahora los ilustrados miraban al futuro. La razón debía desplazar a la fe  y, por lo tanto, eran muy críticos con la iglesia. No rechazaban  la idea de dios pero lo veían con los ojos de la razón: principio y causa del universo, un dios racional común a todas las religiones. Esto es el deísmo.
Solo son necesarias las leyes naturales que se entienden con la razón. (Es irracional el pecado, la culpa o la redención; el dogma, el rito o los milagros; la providencia o la fe)
Enciclopedia y educación. Mediante la educación los hombres alcanzaran la ilustración y se valdrán por sí mismos, no se someterán a otros. La obra más importante de los ilustrados, editada por Diderot y D’Alember será  la Encyclopédie, la primera enciclopedia de la historia, que pretendía recopilar todos los conocimientos académicos de la humanidad.

Los sistemas políticos del siglo XVIII
En Europa durante el XVIII conviven tres sistemas políticos diferentes:
·         el absolutismo monárquico que tenían la mayor parte de los países europeos, como España, el Imperio Austríaco,…
·         el sistema parlamentario  que limitaba al monarca funcionaba en Inglaterra desde finales del XVII.
·         el Despotismo Ilustrado, característico de este momento,  que combina el absolutismo con las reformas ilustradas.
Con el absolutismo  el monarca concentra todos los poderes del Estado y este le pertenece. Esta soberanía  la posee por derechos dinásticos históricos (familiares) y por derecho divino. Las leyes, la justicia y hasta la vida de las personas dependían del rey. Por eso eran súbditos del monarca y no ciudadanos.
El parlamentarismo se implanta en  Inglaterra tras las revoluciones del siglo XVII, y sobre todo desde la Revolución Gloriosa de 1688, al igual que las Provincias Unidas de los Países Bajos.
El despotismo ilustrado supone la adaptación de las monarquías absolutas a las nuevas ideas del siglo de las luces. Los propios monarcas se dieron cuenta de que necesitaban modernizar sus estados, como ya estaba ocurriendo en Inglaterra y Holanda gracias a la burguesía y el comercio. Promovieron el desarrollo de la agricultura y de la artesanía, favoreciendo un mayor desarrollo del comercio. También favorecieron la educación, con la creación de escuelas y universidades o la sanidad gracias a los hospitales.
Sin embargo no se llevaron a cabo reformas políticas “gobierno para el pueblo pero sin el pueblo”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario